La displasia de cadera es una grave enfermedad ósea que afecta a perros de gran tamaño o a razas que por su naturaleza tienden a tener un rápido crecimiento.
Esta enfermedad ataca a las articulaciones y a los huesos de los perros, ya que por el rápido crecimiento del animal, éste presenta un esqueleto inmaduro y una mineralización y calcificación insuficientes.
Aunque generalmente su aparición se presenta de forma congénita y por factores hereditarios, ésta también puede deberse a problemas con la alimentación, problemas con ejercicio físico intenso o prematuro, sobrepeso del animal o por problemas hormonales.
Las razas más propensas a sufrir esta enfermedad son las siguientes: pastor alemán, labrador, terranova, rottweiler, golden retriever, mastín y gran danés. Aunque como decíamos anteriormente, todas las razas grandes son propensas a padecerla.
Los síntomas de esta enfermedad los apreciamos principalmente en los desplazamientos del animal. Podemos apreciar cambios en la forma de andar o de correr del perro debido al dolor que sentirá en la zona de la cadera. Si la enfermedad está muy avanzada, el perro puede llegar a sentir un dolor tan intenso que será incapaz de moverse si quiera.
Si nuestro perro pertenece a una raza propensa a sufrir esta enfermedad lo ideal es que tomemos una serie de medidas para evitar su aparición o para retrasar su progreso. Una alimentación equilibrada y actividad física moderada es una buena forma de prevenirla.
Igualmente hay que revisar periódicamente para comprobar que la enfermedad no ha hecho acto de presencia. Lo ideal es empezar estas revisiones con 4-6 meses de edad, y a partir de ahí hacer una o dos revisiones al año.
Si la enfermedad aparece, el veterinario nos dará un tratamiento para aplicarlo en nuestra mascota, con unos controles rutinarios periódicos, y el animal podrás llevar una vida relativamente normal.
Porque al contrario de lo que mucha gente del pasado pensaba, que la mejor solución para tratar a los perros que sufren esta enfermedad es el sacrificio, con una correcta prevención, una detección a tiempo y un tratamiento adecuado, el animal podrá disfrutar de una larga vida normal.
Lo que sí es recomendable con estos animales es castrarlos, porque al ser una enfermedad hereditaria, sus posibles cachorros padecerán la misma enfermedad que ellos.
Si el animal ha sido diagnosticado con la enfermedad deberemos llevar un control exhaustivo del peso del animal e incentivarlo a realizar ejercicio físico moderado. Uno de los mejores deportes que ayudan a su salud es la natación, ya que ayuda a formar masa muscular sin que las articulaciones se desgasten. Con esto buscaremos tener un perro activo y libre de dolor.
La alimentación del animal será rica en fibra, con muy poca grasa. Si nuestro perro es obeso deberemos ayudarlo a bajar de peso ya que el sobrepeso no es aconsejable.
De todas maneras, todos estos consejos, rutinas y dietas es aconsejable que sea el veterinario quien te las dé, y que éste lleve un control periódico de la evolución del animal.