El motivo principal que me ha llevado a este y otros foros es crear un listado de veterinarios y clínicas veterinarias que, por su incompetencia y despotismo en el trato al cliente (suele suceder cuando las cosas no salen del todo bien), deberían ser denunciadas. Nuestras mascotas son vistas, desde el ámbito judicial, como objetos. Esto, unido a los seguros que la casi totalidad de estos "profesionales" tienen contratados y que cubren sus responsabilidades civiles, les permite tratar al cliente (nosotros) con total indiferencia e incluso chulería, sabedores de que sus espaldas están bien cubiertas. Vaya, que poco les importa  que les denuncies. Solo tenemos dos vías para tramitar nuestras quejas: Colegio de veterinarios, Oficina del consumidor y denuncia al juzgado y, por otro lado, lo único que realmente les puede perjudicar y plantearse un cambio de actitud: la denuncia en estos nuestros foros. La pérdida de clientela es el mayor daño que les podemos causar.
A esto quiero añadir una reflexión que por su aplastante lógica añade el título de incompetentes a la mayoría de estos supuestos profesionales: a un cirujano de humanos se le exige una formación infinitamente superior a la de un veterinario, no descubro nada nuevo. La cuestión es que las diferencias morfológicas entre nosotros y nuestras mascotas son casi inexistentes entonces: ¿si tu no te dejarías operar una rodilla por un veterinario ¿por qué si permites que operen a tu mascota?.
Tengo un Bóxer de seis años al que operaron de una rodilla en la Clínica Lacueva Rodrigo. Lo operó un tal Ángel Duran, miembro fundador del IVOT. Van de progresistas pero lo cierto es que mi perro entro con una artrosis consecuencia de una rotura de ligamentos. Presentaba síntomas leves que no le impedían ni caminar ni correr con absoluta normalidad, y salió cojo de la intervención que realizo este chapucero. Lo indignante es que, ante la evidencia del fracaso de la intervención, se limitó a ignorar el caso y de paso, a nosotros. A los dos meses lo llevamos al Hospital Clínico Veterinario (U.A.B.), donde pudieron comprobar el destrozo realizado. Un informe devastador emitido por ellos da fe de lo mencionado. En el Hospital tuvieron intervenir de nuevo para reparar la rodilla en lo posible, pero lo cierto es que mi perro, un año después de las dos cirugías está completamente cojo de la pata intervenida. Además, el perro se infectó (presuntamente a consecuencia de la segunda intervención), y estuvo al borde de la muerte. La cagada del Hospital fue monumental, porque no diagnosticaron la infección a pesar de que la rodilla estuvo días supurando. Finalmente, tuve que ser yo mismo, viendo el estado del animal, el que solicitara una resonancia lumbo-sacra en la que apareció la citada infección que casi había llegado a la médula. En su defensa diré que su respuesta fue muy positiva, y que colaboraron en la recuperación de mi perro. Muy distinta fue la respuesta del propietario de la primera clínica que, en una entrevista, reconoció el error y se comprometió a ayudarnos. Por supuesto, seis meses después, aún esperamos noticias suyas. El coste de todo este proceso superó los seis mil euros (aún estoy pagando el crédito)... para acabar dejando al perro lisiado de por vida. Ojalá que mi experiencia os pueda servir a la hora de tomar decisiones. Yo no vuelvo a operar a mis perros, los riesgos son demasiado elevados. Si alguien está interesado en la documentación (vale la pena echar un vistazo porque es de juzgado de guardia además, es la que envío al Colegio de veterinarios), estaré encantado de enviársela. Saludos.